Primera parte: La suma de metas pequeñas
El hecho de haber llegado a Curacaví desde Santiago por la Cuesta Barriga un par de meses atrás, me envalentonó para abordar el 7 de Diciembre la aventura de Lo Vasquez.
Como es de esperarse para alguien tan novato como yo en esto del pedaleo, investigue y me preparé concienzudamente para tal magnífico evento. Me nutrí lo más que pude de las experiencias de otros viajantes que ya habían abordaron esta travesía en bicicleta en años anteriores para no fallar en el intento, aun desconozco mis capacidades.
Mis expectativas de inicio del viaje bordeaban las 16:00 del día Viernes, y así ser uno de los primeros ciclo-viajantes en deslizarme por el asfalto de la ruta 68, no con un afán competitivo de salir o llegar primero, si no más bien que no me faltase el tiempo. El hombre propone y dios dispone, salí pasado las 18:00.
Saliendo de casa, no me tomó mas que unos minutos llegar a la ruta 68. Parapetado con bastante agua y frutos secos (es lo que leí por ahí que hay que llevar). Inicie el pedaleo. Me sentía emocionado y entusiasmado, feliz de estar ahí, de ser parte del grupo de peregrinos de dos ruedas, tenía esa sensación de estar en el lugar correcto.
A poco andar, aproximándome al primer peaje, Lo Prado, vi como poco a poco mas ciclistas y caminantes que se sumaban al camino. Mujeres, niños, grupos jóvenes de diversas edades, ancianos, de todo aparecían a medida que avanzaba. También vi obviamente, otros ciclistas, unos con modestas máquinas y otros con verdaderas maravillas de la tecnología.
La primera bajada que se encuentra a la salida del túnel Lo Prado fue un premio por el esfuerzo de la subida. No recuerdo haber tomado tanta velocidad antes y fue increíble.
Una vez que la velocidad se normalizó, comencé a pedalear a un rito que me permitiera guardar energías y llegar a mi primera meta, Curacaví.
Primera meta cumplida: llegar a Curacaví
Ya en la plaza me senté en un local a tomar un café y una bebida y reflexionar en el echo de que pude llegar, y también en que me sentía en condiciones de seguir. Pues bien, así lo hice. Terminé mi café y emprendí rumbo a Lo Vasquez.








